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Los medicamentos para la esquizofrenia reciben al fin una revisión
Los antipsicóticos actuales tienen una eficacia irregular y efectos secundarios no deseados, pero un nuevo tratamiento podría cambiar la situación.

10 de febrero de 2023

Cerca del final de 1951, el 11 de diciembre, el químico Paul Charpentier inventó un medicamento que cambiaría para siempre el campo de la psiquiatría. Desde los laboratorios de la empresa farmacéutica francesa Rhône-Poulenc, Charpentier no pretendía provocar una revolución, solo quería fabricar un mejor antihistamínico. Pero al modificar un fármaco existente llamado promazina, acabó creando un nuevo compuesto llamado clorpromazina. El catalizador de, precisamente eso, una revolución.

El nuevo medicamento llegó a las manos de un cirujano llamado Henri Laborit, quien buscaba un anestésico más eficaz. En 1952, Laborit convenció a sus colegas de un hospital militar de París para que administraran clorpromazina a un hombre de 24 años que sufría de psicosis. A pesar de que nadie sabía a ciencia cierta cómo funcionaba el fármaco, su popularidad se disparó en Estados Unidos y Europa como tratamiento para la psicosis, dando lugar al nacimiento de los antipsicóticos tal y como se conocen hoy en día.

Por la misma época, se descubrió que las sustancias utilizadas para aumentar la liberación de la dopamina, como las anfetaminas, pueden provocar la aparición de síntomas psicóticos. Los investigadores acabaron descubriendo que fármacos como la clorpromazina podrían actuar amortiguando la transmisión de dopamina. El control de los niveles de dopamina se convirtió entonces en la piedra angular del tratamiento de la esquizofrenia y sentó también las bases de la hipótesis dopaminérgica de la esquizofrenia, la teoría de que un sistema dopaminérgico desregulado provoca los síntomas de la enfermedad.

Pero desde aquella avalancha de descubrimientos a mediados del siglo XX, el campo no ha progresado mucho. El enfoque dopaminérgico llevó a los antipsicóticos a convertirse en el tratamiento clásico de la esquizofrenia. Los fármacos que se comercializan actualmente consiguen aliviar en cierta medida a muchas personas que padecen la enfermedad, pero su efecto es escaso en algunos pacientes, nulo en otros, y sus componentes son famosos por desencadenar efectos secundarios no deseados, a veces abrumadores.

Resulta frustrante que el antipsicótico que mejor funciona contra los síntomas de la esquizofrenia. la clozapina, que apareció a finales de la década de 1980, pueda tener los efectos no deseados más desagradables, como aumento de peso, somnolencia excesiva y hasta diabetes. "No funciona con todo el mundo, pero es de lo más eficaz y sorprendente que hay", refiere Ragy Girgis, profesor asociado de psiquiatría clínica en la Universidad de Columbia de Nueva York, en Estados Unidos. En general, la escasa eficacia y los notorios efectos secundarios de los medicamentos disponibles en la actualidad hacen que un gran porcentaje de personas con esquizofrenia simplemente dejen de tomar su medicación.

La esperanza se asoma

Pero un nuevo fármaco está trayendo esperanza a este campo. La xanomelina-trospio, o KarXT, tiene una forma novedosa de disminuir la transmisión de la dopamina que resulta prometedora para reducir los síntomas y limitar los efectos secundarios: "Llevábamos demasiado tiempo esperando algo así", reporta Sameer Jauhar, psiquiatra londinense y profesor de trastornos afectivos y psicosis en el King's College de Londres, del Reino Unido. "Creo que es un gran avance", afirma Christoph U. Correll, catedrático de Psiquiatría de la Universidad Hofstra de Nueva York. "Llevamos 70 años esperando un nuevo mecanismo de acción".

Aunque la dopamina parece ser un factor clave, no está claro qué es lo que exactamente desencadena la esquizofrenia, que afecta a unos 24 millones de personas en todo el mundo. Pero la necesidad de mejores tratamientos es evidente. Esta enfermedad es una de las principales causas de discapacidad en todo el mundo; una de cada 20 personas con esquizofrenia se quita la vida, cerca del 80% deja de trabajar, y además el mal acorta la existencia de las personas afectadas entre una y dos décadas.

Los síntomas de la enfermedad se dividen en tres categorías: síntomas positivos, como alucinaciones o delirios; síntomas negativos, como retraimiento social o incapacidad para mostrar emociones; y síntomas cognitivos, que incluyen alteraciones de la memoria de trabajo y del funcionamiento ejecutivo. Los medicamentos actuales apenas sirven para tratar los dos últimos. Y para muchos, no ayudan en absoluto. Se calcula que el 30% de los pacientes son resistentes al tratamiento. Para otra parte, los fármacos solo funcionan parcialmente.
Durante los últimos 30 años, los investigadores han estudiado decenas de medicamentos dirigidos a neurotransmisores distintos a la dopamina para ver si funcionaban mejor. Aunque muchos se mostraron prometedores en ensayos con animales, todos fracasaron. Una revisión de 2019 analizó 250 estudios que se remontan a la década de 1970 y que probaban otros objetivos. Todos fallaron en cuanto se probaron en pacientes.

KarXT vuelve a centrarse en el sistema dopaminérgico, pero lo manipula de una forma novedosa. Se dirige a una parte del cerebro, llamada receptor muscarínico, mediante el compuesto xanomelina, que estimula unas partes de la superficie de las neuronas denominadas receptores M1 y M4, para reducir la transmisión de dopamina. La xanomelina era conocida desde hacía tiempo por su eficacia para aliviar los síntomas psicóticos, pero también conllevaba algunos efectos secundarios no deseados, como náuseas y vómitos. Pero ahora la empresa biotecnológica Karuna Therapeutics promete haber resuelto este problema añadiendo trospio, que ayuda a controlar los efectos secundarios comunes que produce la xanomelina cuando esta se administra sola.

En agosto de 2022, los resultados iniciales de un ensayo de fase 3 con unas 250 personas informaron de que el fármaco reducía significativamente la gravedad de los síntomas de la esquizofrenia. Al final de la prueba, los participantes fueron evaluados mediante la Escala del Síndrome Positivo y Negativo, o PANSS, una evaluación ampliamente utilizada en la que los pacientes con esquizofrenia califican la gravedad de 30 síntomas en una escala de 1 a 7, dando a su condición una puntuación global. En el ensayo se observó al cabo de cinco semanas una reducción de 9.6 puntos en la calificación de quienes tomaron el fármaco, en comparación con un placebo, y KarXT resultó prometedor para tratar tanto los síntomas positivos como los negativos. Lo que es más importante, el fármaco no se asoció a los efectos secundarios clásicos de los antipsicóticos tradicionales.

Karuna Therapeutics tiene previsto presentar el fármaco a la FDA a mediados de este año, según su presidente y director ejecutivo, Bill Meury. Aunque hay motivos para el optimismo, aún es un poco pronto para celebrarlo por todo lo alto. "Necesitaremos un seguimiento a más largo plazo, estudios clínicos en el mundo real", advierte Jauhar. Y a Correll le gustaría que el medicamento se probara en pacientes con esquizofrenia resistente al tratamiento.

No obstante, para una enfermedad a menudo incapacitante, en la que se calcula que el 50% de los pacientes que reciben medicación no la toman según lo prescrito, los alentadores resultados de los ensayos de este fármaco son dignos de entusiasmo, aclara Jauhar. "Solo tenemos que someterlo al mismo rigor al que sometemos otras cosas, y no entusiasmarnos demasiado ".

Este artículo se publicó originalmente en WIRED UK. Adaptado por Mauricio Serfatty Godoy.

https://es.wired.com/articulos/medicamentos-para-esquizofrenia-reciben-al-fin-revision-nuevos

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2023-12-25 10:51:09
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